José Antonio Rojo en El País hablaba de la aparición de nuevas editoriales entre las que destacaba Libros del Asteroide y uno de sus autores, Robertson Davies. Destacaba Rojo la capacidad de estos nuevos sellos para descubrir autores superados por la memoria y su habilidad para ponerlos de nuevo en la palestra. Es, evidentemente, una habilidad magistral, pues cuando se ha leído el libro lo que no se entiende es como La Trilogía de Deptford, de la que El quinto en Discordia (1970) es su primer tomo (le siguen La Mantícora, 1972, y Mundo Prodigioso, 1975) pudo pasar desapercibida hasta hace unos años.
La aparición de un artículo de despedida en el que se glosaba la aburrida vida del protagonista al llegar a su jubilación como maestro, enfurece de tal manera a Dunstan Ramsay que en su biografía, dirigida al director del colegio para aclarar un misterioso suceso, tratará de refutar lo aparecido en el artículo. Plasma entonces el narrador una trayectoria vital profundamente marcada por una bola de nieve que esquivó de niño y fue a parar a Mary Dempster, cuya caída tras el golpe acarrearía una serie de consecuencias que acompañarán a Dunstan Ramsay casi hasta el final de sus días.
Robertson Davies con este primer tomo nos devuelve a las grandes novelas, al gusto por el detalle, al potente narrador que nos fascina desde el inicio por su capacidad de fijarse en lo más mínimo, y por su habilidad por encontrar la ironía incluso en los acalorados debates religiosos que impregnan, gota a gota, muchas de las páginas de esta gran novela.
Tardé en saber por qué, pero me resultó evidente a lo largo de los días siguientes que yo era una especie de conejillo de indias y que mi recuperación demostraba algo. Puesto que sólo era el paciente, no llegaron a darme demasiados detalles…